"...montones de crisálidas salían del letargo,
entraban en mi armario, devoraban los guantes de lana..."
CARTAS
Llegaban cartas tuyas, cartas de janucá, de cumpleaños, llenas de colores y en blanco y negro. Llegaban e-mails pero eso era algo común, no como recibir tus cartas.
Llegaban tus mensajes desde el país del norte cuando no estabas. A veces estabas tan lejos que me enfermaba, algunas otras veces tan cerca que respiraba de vos.
Tengo guardados conejos, bufandas, libros, rosas, guantes, medallas, música instrumental, dioses de la india con sus enormes ojos, margaritas cayendo del cielo y el sol, enorme, aquel sol, este sol… éste es el mejor, el mas apropiado -¿Te gusta? – te preguntaba.
Hablábamos de muchas cosas, todo el tiempo. Hablábamos de mascotas muertas, de mariposas, de morgues, de escritores amigos, de poetas muertos, de cine, de mujeres, de Kate Moss, de Victoria Abril, de rock & roll, de Patti Smith, hablábamos de amor y nos besábamos de mil maneras.
Hablábamos de perros, de fiestas llenas de luces, de cómo fue eso de crecer en los años 90, de recuerdos del futuro, de locos, de libros, de poemas.
Te conté acerca de las flores que habitaron mi niñez, de cuando me caí de culo arriba de un cactus, de la vez que me precipité sin escalas a un arrollo de agua sucia y salí repleto de algas asquerosas, de mis amores antiguos, entre otras caídas.
Me contabas cuentos antes de ir a dormir, me enseñabas palabras en idiomas milenarios, me regalabas libros, me acariciabas, me hacías tuyo…
todo el tiempo.
*Escrito por Charlie, parte de "Una vez, en Lejos".
Charlie
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